lunes, 7 de octubre de 2013

Actividad de comprensión lectora


«La increíble historia de Rip Van Winkle»




Al despertar, se encontró en la verde hondonada donde vio por primera vez al viejo del valle. Se frotó los ojos. Era una brillante y soleada mañana. Los pájaros gorjeaban y revoloteaban entre la fronda, y el águila formaba círculos en la altura, y se respiraba la brisa pura de la mañana.
—Seguramente —pensó Rip— he dormido aquí toda la noche.
Recordó los sucesos: el caer dormido, el hombre extraño con el barrilito de licor, la hondonada de la montaña, el agreste retiro entre las rocas, la tétrica partida de bolos, el frasco.
—¡Oh, ese frasco!, ¡ese maldito frasco! —pensó Rip—. ¿Qué excusa le daré a la señora Van Winkle?
Buscó su escopeta, pero en vez de la limpia y engrasada arma, encontró una escopeta vieja con el cañón obstruido y roñoso, el gatillo cayéndose y la madera roída. Sospechó, entonces, que los fanfarrones de la montaña le habían jugado una mala pasada y, embriagándole con su licor, le habían robado la escopeta.
Wolf había desaparecido también, pero era posible que se hubiera extraviado persiguiendo alguna ardilla o alguna perdiz. Le silbó y le llamó por su nombre, pero fue en vano; los ecos repitieron su silbido y su llamada, pero ningún perro apareció. [...]
¿Qué se podía hacer? La mañana transcurría y Rip se sentía hambriento por falta de desayuno. Sentía tener que perder a su perro y su escopeta; temblaba ante la idea de encontrarse con su mujer; pero no podía morirse de hambre entre las montañas. Sacudió la cabeza, se echó al hombro la escopeta mohosa, y con el corazón lleno de angustia y aflicción dirigió sus pasos hacia el hogar.

A medida que se acercaba a la aldea iba encontrando a varias personas, pero no reconoció a ninguna, lo cual le sorprendió bastante, pues siempre había creído conocer a todo el mundo en todo el contorno. Los vestidos que llevaban eran, también, de una moda diferente a la que estaba acostumbrado. Todos le observaban a él con iguales demostraciones de sorpresa y, apenas fijaban en él sus miradas, se llevaban invariablemente la mano a la barbilla. La repetición continua de este gesto indujo a Rip a hacer el mismo movimiento de forma involuntaria, y ¡cuál no sería su asombro al darse cuenta de que su barba tenía un pie de largo! [...]
Su mente empezaba a dudar; se le pasó por la cabeza que tanto él como el mundo que le rodeaba pudieran estar hechizados. Con toda seguridad que aquel era su pueblo natal, el mismo que había abandonado el día anterior. Allí estaban las montañas de Kaatskill, a corta distancia se deslizaba el plateado Hudson; las colinas y las cañadas estaban exactamente en el mismo lugar donde siempre habían estado. Rip se hallaba tristemente perplejo. «¡Ese frasco de anoche —pensó— ha dejado vacía mi pobre cabeza!». Fue con cierta dificultad como encontró el camino de su propia casa, hacia la cual se aproximó con silencioso pavor esperando oír la voz chillona de la señora Van Winkle. Encontró la casa medio derruida, el tejado caído, las ventanas destrozadas y las puertas fuera de sus goznes. Un perro hambriento que se parecía a Wolf andaba olfateando por allí. Rip lo llamó por ese nombre, pero el animal gruñó, le enseñó los dientes y escapó. Eso fue una herida dolorosa, en verdad.

Washington Irving.


En esta práctica os propongo que penséis y organicéis en grupo una actividad de comprensión lectora sobre este cuento.

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